¿Cómo afecta al medio ambiente la propuesta de expansión del aeropuerto de Barcelona?
Actualizado: 29 sept 2021
Para la mayoría de los gobiernos del mundo, la infraestructura aeroportuaria es sinónimo de desarrollo, integración, competitividad e impulso económico. Los ciudadanos suelen apreciar estos proyectos como la expresión directa de una mejor calidad de vida, lo que incluye la posibilidad de ampliar el turismo en su región y generar más fuentes de empleo. Hasta aquí, todo luce bien. Sin embargo, es importante analizar hasta qué punto son ciertas todas estas afirmaciones.
A medida que la población española y la economía de la región se expanden, también ha crecido la necesidad de una infraestructura aeroportuaria más amigable con el medio ambiente.
Según la Unión Europea (UE), todas las infraestructuras juegan un rol fundamental en el desarrollo sostenible. Hoy en día, cuando el mundo busca alcanzar objetivos ambiciosos en torno al cambio climático, es imprescindible contar con proyectos de infraestructura aeroportuaria que apunten a la sostenibilidad.
La ampliación del Aeropuerto Josep Tarradellas “El Prat”, ubicado en Barcelona, es un proyecto donde la sostenibilidad y el desarrollo económico están divorciados. Tras los informes de que la extensión de la pista perjudicaría considerablemente a la reserva natural de “La Ricarda”, la controversia no ha hecho otra cosa más que crecer, y los grupos ecologistas mantienen activos sus esfuerzos por evitar que el proyecto multimillonario se lleve a cabo.
¿Dónde nace la controversia?
En agosto pasado, el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña acordaron destinar 1,700 millones de euros para la ampliación del principal aeropuerto de Barcelona, proyecto que estará a cargo de AENA, el operador aeroportuario del país. Esta suma de dinero pertenece a los 140,000 millones de euros que el gobierno español recibirá del fondo de recuperación postpandemia de la UE. Esto quiere decir que la renovación del aeropuerto aún depende de la aprobación de la Comisión Europea.
No obstante, el principal rechazo a la iniciativa parte del impacto medioambiental que la ampliación del aeropuerto puede generar. AENA planea extender 500 metros la tercera pista y construir un terminal satélite, lo que implicaría invadir La Ricarda, un estanque protegido por la red Natura 2000.
Además, la ampliación incrementaría la frecuencia de vuelos considerablemente, específicamente a 90 vuelos por hora. Esto supondría un incremento de la contaminación sonora para las localidades de Gavà y Castelldefels.
¿Cómo perjudica la expansión del aeropuerto al medioambiente?
Los líderes ecologistas han entrado en un debate con el gobierno nacional ante la necesidad de proteger los humedales y la laguna cercana al aeropuerto. Los opositores señalan que la reducción del tráfico aéreo, generada por la pandemia, se incrementará debido a la crisis del cambio climático.
Los críticos de la propuesta, entre los que destacan algunos líderes de los ayuntamientos locales, señalan que, además del impacto ambiental, Cataluña ya cuenta con Lleida, Girona y Reus, tres aeropuertos inutilizados.
El Prat está situado en una zona de alto potencial ecológico. De hecho, el delta de Llobregat, ubicado en las cercanías del aeropuerto, es la tercera zona húmeda de mayor importancia de Cataluña. La Ricarda se considera uno de los pocos humedales que todavía se mantiene “vivo” en una zona tan urbanizada. Inicialmente, el proyecto del aeropuerto destruyó parte de esta zona rural, catalogada por muchos expertos como “la punta del iceberg” de un ecosistema muy complejo.
Los vecinos de El Prat, Gavà y Castelldefels han protestado contra la contaminación sónica y una mejor calidad de vida durante al menos 13 años. A esto se le suma la acción de múltiples organizaciones ambientalistas que se oponen al turismo de masas y buscan hacer de la justicia climática una realidad.
Una de las ideas tras la ampliación radica en la posibilidad de que El Prat de Barcelona esté a la vanguardia de los vuelos internacionales de larga distancia, de manera que pueda competir con aeropuertos como el de Dubái o el de Singapur.
Aena, una entidad que cuenta con el 51% de participación del Estado español, asegura que la ampliación aumentará la capacidad del aeropuerto de 55 a 72 millones de pasajeros. Por su parte, el PSOE y JuntsxCat defienden el proyecto bajo el argumento de que se crearán 85,000 puestos de empleo directo, además del eventual crecimiento del PIB de la región. El Gobierno ha dicho que parte de la inversión se destinará también a la mejora de la red ferroviaria de la zona, lo que impulsaría otras formas de transporte que generan menos contaminación.
¿Qué dice la Comisión Europea?
Aunque es conocido que el transporte aéreo es uno de los más perjudiciales para el medioambiente, el Ejecutivo nacional ha enviado un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía, y ha afirmado que cumplirán todos los requisitos ambientales como parte de la agenda verde del gobierno. Esto incluiría el uso de combustibles más “respetuosos” con la naturaleza, de acuerdo con la sugerencia de Bruselas.
La Comisión Europea está al tanto de la situación, y ha sugerido que todos los países de la UE deben cerciorarse del impacto ambiental de cualquier proyecto sobre la tierra, el agua u otros hábitats naturales. Virginijus Sinkevicius, comisario europeo de Medio Ambiente, advirtió que para que el proyecto reciba el visto bueno de Bruselas, debe solucionar todas las deficiencias en el delta de Llobregat.
¿Cuál es la solución?
El pasado 8 de septiembre, la propuesta se detuvo debido a las diferencias entre la Generalitat y el Gobierno nacional. Zeroport, la plataforma que agrupa a cientos de organizaciones y grupos ecologistas que se oponen al proyecto, ha tenido una primera victoria en esta ardua lucha. Pedro Sánchez anunció que, tras una reunión con el líder catalán Pere Aragonès, se decidió que no existe consenso sobre la posibilidad de dar marcha a la inversión. De esta forma, la ampliación quedará “aparcada” hasta nuevo aviso.
Mientras que hace más de 20 años el hecho de viajar en avión resultaba algo especial para las masas, hoy en día es un viaje normal. La aviación genera una porción importante de los gases de efecto invernadero de todo el planeta, y si a ello le sumamos que los aeropuertos dejan a sus vecinos expuestos a la contaminación acústica y a la destrucción de los ecosistemas, la crisis climática no pinta bien a futuro.
La suspensión del proyecto forma parte de los esfuerzos de los ecologistas, pero también representa la posibilidad de una mejor calidad de vida para las especies que rodean El Prat y los ciudadanos.
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