El pronóstico más temido se adelanta a 2030, instando a tomar acciones inmediatas frente al cambio climático. En menos de una década, el Ártico podría enfrentarse a sus primeros veranos sin hielo.
La alarmante predicción de deshielo, que anteriormente se había planteado para las próximas décadas, ha sido adelantada debido al acelerado avance de la crisis climática, según revela un estudio publicado recientemente en la revista Nature Communications. De mantenerse así, el Ártico podría experimentar su primer verano sin hielo marino ya en la década de 2030, veinte años antes de los pronósticos más sombríos hasta ahora.
La comunidad científica lleva tiempo advirtiendo sobre los riesgos que enfrenta uno de los ecosistemas helados más importantes del planeta. El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), considerado el estudio más completo hasta la fecha sobre el impacto de esta crisis, advirtió que el Ártico está sufriendo daños de una magnitud sin precedentes. De hecho, en la última década, la extensión anual del hielo ártico ha alcanzado mínimos históricos, incluso por debajo de cualquier otro registro en los últimos mil años.
En un inicio, los pronósticos sugerían que el Ártico se enfrentaría a meses sin hielo a partir de 2050, pero solo en escenarios de crisis climática extremos. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Pohang en Corea del Sur, alerta de que esta predicción ha empeorado considerablemente. "Incluso en escenarios de bajas emisiones, los modelos indican una disminución drástica del hielo marino ártico. Calculamos que a partir de 2030 podrían comenzar los veranos sin hielo en el Ártico", advierten los expertos.
El análisis señala que la disminución del hielo marino se debe al factor humano y al aumento de las emisiones de CO₂. Los factores, como la radiación solar y la actividad volcánica, parecen tener un efecto mínimo en este fenómeno. Así lo concluyó el informe más exhaustivo publicado hasta la fecha sobre la crisis climática, en el que se afirmaba inequívocamente que "la actividad humana ha calentado la atmósfera, el océano y la superficie terrestre".
Los estudios indican que la región del Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el resto del mundo. Los registros históricos revelan que entre 1979 y 2021, el Océano Ártico se calentó a un ritmo de 0,75 °C por década. En la región euroasiática, cerca de los archipiélagos de Svalbard y Novaya Zemlya, la temperatura ha aumentado hasta 1,25 °C por década en los últimos 40 años, siete veces más que el promedio global.
Pero, ¿qué ocurriría si el Ártico quedara sin hielo? Según los autores de este último análisis, el deshielo del Polo Norte "afectaría a las sociedades humanas y a los ecosistemas naturales, cambiando la actividad marina, acelerando el calentamiento del Polo Norte y alterando aún más el ciclo del carbono".
El deshielo del Ártico tiene diversas consecuencias que afectan tanto a nivel regional como a nivel global. Este fenómeno podría provocar la pérdida de hábitats cruciales para numerosas especies de plantas y animales, incluyendo osos polares, focas, morsas y aves migratorias. La reducción del hielo marino también afecta a la productividad biológica de la región, lo que puede tener un impacto negativo en las cadenas alimentarias y la biodiversidad en general. Además, el Ártico también desempeña un papel importante en la regulación del clima global. El deshielo afecta los patrones de circulación atmosférica y oceánica, lo que puede alterar los sistemas climáticos a nivel regional y global. Estos cambios pueden dar lugar a fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y tormentas más intensas en diferentes partes del mundo.
Por otro lado, también debemos tener en cuenta que el hielo marino del Ártico actúa como una barrera que evita que el agua del océano se derrame hacia los continentes. Con su deshielo, se produce un aumento del nivel del mar a nivel global. Esto puede tener graves consecuencias para las comunidades costeras, aumentando el riesgo de inundaciones y erosionando las costas. De hecho, el permafrost -el suelo permanentemente congelado en el Ártico- contiene grandes cantidades de materia orgánica congelada. Con el deshielo, esta materia orgánica se descompone y libera dióxido de carbono y metano, gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global. Esta retroalimentación positiva puede acelerar aún más el cambio climático. A esto debemos sumarle el impacto que el deshielo tiene en las comunidades indígenas que dependen del Ártico para su sustento y su cultura se ven afectadas directamente por el deshielo. La disminución del hielo marino dificulta la caza, la pesca y el transporte tradicional, lo que pone en riesgo su seguridad alimentaria y su forma de vida ancestral.
La situación demanda acciones inmediatas para frenar el cambio climático y proteger este frágil ecosistema. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la transición hacia energías renovables y la adopción de políticas ambientales más ambiciosas son cruciales.
La preservación del Ártico no solo es vital para la vida silvestre y los ecosistemas locales, sino que también tiene implicaciones globales para el clima y la sostenibilidad de nuestro planeta. El tiempo apremia, y es responsabilidad de todos tomar medidas en favor de la protección del Ártico y la mitigación del cambio climático.
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